FELI MARCOS No lo decimos nosotros, que somos conscientes de lo que
nos está pasando y sintiendo como nuestra salud física y psíquica se deteriora
día a día. Son palabras literales de Isabel López Barrio, mienbro del Instituto
de Acústica CSIC, una de las personas que más saben sobre la materia en España.
Sabemos que vamos a vivir menos y peor por culpa del ruido que nos vemos
obligados a soportar y no podemos comprender como las personas que nos gobiernan
y que tienen la obligación de protegernos permanecen insensibles a nuestra
desgracia. Nos duele que sigan pensando que es posible "compatibilizar", así se
siguen expresando, los intereses "económicos" con los derechos "fundamentales"
de nuestra Constitución española.
Pensamos que las cosas iban a cambiar
definitivamente cuando en 1994 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)
condena al Estado español por la violación del artículo 8 de la Convención
Europea de Derechos Humanos al vulnerar el derecho a la vida privada de una
ciudadana de Lorca a causa de los daños ocasionados por el funcionamiento de una
depuradora. El TEDH establece en dicha sentencia que los perjuicios graves al
medio ambiente pueden afectar el bienestar de una persona y privarla del
disfrute del domicilio, dañando su vida privada y familiar, sin que ello suponga
un grave peligro para la salud de la recurrente. Y es que la "violación del
domicilio" ya no se reduce a la patada en la puerta, es también cuestión de
ruidos, humos y olores.
Partiendo de la evidencia de que uno de los problemas
ecológicos más importantes de Europa es el ruido ambiental y siguiendo las
recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el año 2002 se
aprobó la Directiva 2002/49/CE que obliga a los estados miembros a transponer su
contenido, elaborar mapas de ruido para detectar los problemas y crear
estrategias para la gestión y la eliminación de la contaminación acústica,
ademas de informar a los ciudadanos de los niveles de ruido a los que están
sometidos. Esta normativa no tiene en cuenta el "ruido del ocio nocturno", pues
sólo sucede en España, que por desgracia sigue siendo "diferente", y
recomendaron darle solución con las leyes existentes en España.
En nuestra
comunidad, los mapas de ruido se han presentado fuera de plazo, parece ser que
para hacer algunas "modificaciones", muy sospechosas y rodeados de gran
secretismo, salieron a exposición pública durante el periodo navideño, después
de haber sido anunciados sólamente en el BOCAIB, sin darle difusión en un
periódico de gran difusión como es obligatorio y sin informar a las partes
interesadas en el tema, Federación de Asociaciones de Vecinos y nuestra
Asociación que repetidamente y por todos los medios de que dispone lo había
solicitado, pues teníamos la esperanza de que estos mapas serían una herramienta
muy útil para detectar y poner solución al problema del ruido. Pues bien, nos
han dejado en el limbo, en un mapa de ruidos no consta que existe una ZEP, Zona
de Especial Protección acústica y a pesar del numeroso número de
establecimientos de ocio que existen, tampoco han colocado sonómetros para ver
si las medidas que se están aplicando son suficientes o si se impone tomar
nuevas medidas restrictivas, porque "¡aquí no hay quien viva"! Después de veinte
años de lucha todavía seguimos padeciendo "maltrato acústico" y cuestionándonos
si podremos seguir en nuestros domicilios. Las autoridades no son conscientes de
la gravedad de este problema e incluso van a utilizar los mapas de ruido como
estrategia para modificar las ordenanzas y ser más tolerantes aún, van a
modificar los horarios de manera que la noche empezará más tarde, las mediciones
sonométricas se harán con las ventanas cerradas, obligándonos a vivir en guetos
en lugar de corregir las fuentes emisoras del ruido, etc.
Consienten y
promueven que en un estado de derecho unas personas sufran para que otras ganen
dinero, y echan de sus casas a los ciudadanos para "dinamizar la ciudad". Esto
no es dar vida la ciudad. Siguen confundiendo ruido con desarrollo cuando es
todo lo contrario, atonta, embrutece y es tortura pura y dura para los
residentes de los barrios afectados. Actualmente son infinitas las sentencias
que condenan a los que hacen ruido y a los que lo consienten a pagar
indemnizaciones millonarias e incluso con penas de cárcel y es que son
maltratadores y nos estan matando poco a poco.