Los acúfenos o «tinnitus» (en latín, zumbido o campaneo) son
sensaciones auditivas fantasma que sólo percibe una persona sin que haya una
fuente exterior de sonido. Ruidos que pueden ser un síntoma de lesiones del
aparato auditivo, de la presencia de un tapón de cerumen o de una infección.
Aunque, en la mayoría de los casos, se desconoce su origen y cómo
tratarlos.
La mayoría de las personas afectadas -entre un 10 y un 17% de la
población- convive con este trastorno, sin mayores consecuencias. Pero para
algunos se convierte en una auténtica tortura que puede ocasionar problemas de
ansiedad y estrés. Una de las opciones de tratamiento para los acúfenos de
origen desconocido es una estrategia que combina el apoyo psicológico con la
terapia sonora. El objetivo de este tratamiento es luchar contra el ruido, con
más ruido. «Se busca que el paciente se habitúe al ruido hasta conseguir que el
acúfeno deje de molestar», explica Teresa Heitzmann, otorrinolaringóloga de la
Clínica Universitaria de Navarra. La terapia sonora tiene diferentes
aplicaciones. Con la mayoría de los pacientes se recurre a un sistema que emite
un ruido blanco (neutro), El paciente debe colocarse este aparato en los oídos
durante unas 8 horas diarias, siempre sin que el ruido llegue a tapar por
completo al acúfeno. A las personas con pérdidas auditivas, se les adaptan sus
audífonos. El fin es el mismo: dejar de ser conscientes de la presencia del
ruido. «Algo parecido a lo que ocurre con la ropa que llevamos: normalmente no
notamos que la tenemos puesta y si la notamos, no molesta. Con la terapia sonora
dejamos de notar el acúfeno y si se nota que no moleste y se olvide», explica
esta especialista.
La terapia sonora se apoya en el consejo terapéutico para ayudar al
paciente a restarle la significación negativa que causa en el paciente. Así se
facilita que el sonido pase a un nivel inconsciente. «Sin estas sesiones de
ayuda, la terapia sonora no logra resultados», asegura
Heitzmann.