BARCELONA. Nuevo plazo para
acabar con los ruidos que emanan del centro comercial Barcelona
Glòries. Superado el quince de enero sin que las empresas instaladas
en este complejo solucionasen el problema -el pasado sábado vencía
el plazo dado por el distrito de Sant Martí-, Barcelona Glòries
señala ahora finales de febrero como la fecha definitiva para
silenciar los aparatos que desde la azotea del centro arruinan el
sueño y la salud de los vecinos de la zona.
Estos, que desde
el pasado mayo aseguran estar viviendo un auténtico calvario debido
principalmente al ruido de los aparatos de aire acondicionado y
extractores, se muestran recelosos ante el nuevo aplazamiento, que
se suma, aseguran, a la «larga serie de incumplimientos que hace que
ya no nos creamos nada», en palabras de Mercè Casas, portavoz de los
vecinos afectados, que suman unos 2.000 y critican con igual
contundencia la inhibición del Ayuntamiento de Barcelona en el
asunto. Para más inri, insisten los afectados, desde principios de
año el nivel de ruidos no sólo no ha disminuido sino que se ha hecho
más fuerte, y eso que, afortunadamente, aseguran, «en invierno, y
con las ventanas cerradas, el problema es menor».
Cinco
empresas implicadas
Desde el centro comercial Barcelona
Glòries -uno de las cinco empresas ocupantes del complejo junto a
Atento, Telefónica Móviles, Carrefour y C&A- el gerente de
operaciones, Santiago Carol, asume que no han cumplido con el plazo
dado por la administración, una circunstancia que justifica «por la
complejidad de la obra y el hecho de que afecta a varias empresas,
cada una de las cuales cuenta con un número de aparatos distinto en
la azotea, lo que dificulta llegar a un acuerdo». Desde Barcelona
Glòries se asegura que el problema va a resolverse de forma
definitiva en las próximas semanas, y de hecho recuerdan que ya hay
una preadjudicación a las empresas Acústica Integral y Huguet
Cataluña para la realización de un proyecto de atenuación del ruido
que ronda los 300.000 euros de presupuesto.
Hoy mismo está
previsto que una empresa independiente haga la que se presume la
última medición de las muchas que se han hecho para establecer de
forma fehaciente que el proyecto va a reducir los ruidos hasta
ajustarse a la normativa municipal: «Somos los primeros interesados
en que el proyecto se haga bien -insiste Carol-. Con una inversión
de esta magnitud, ninguna de las empresas quiere que una vez
acabadas las obras las mediciones que hagan los técnicos del
Ayuntamiento de Barcelona nos obliguen a posteriores
modificaciones».
La solución adoptada, entre otras medidas,
prevé la instalación de una pantalla acústica lineal de tres metros
de altura a lo largo de toda la cubierta para así aislar los
aparatos de la azotea superior y dar una solución estética de
continuidad al edificio. Para la azotea inferior está previsto
aislar los seis grupos de máquinas de forma separada, lo que debería
contribuir a eliminar unos ruidos ya parcialmente atenuados por el
antepecho de la cubierta. Por contra, los vecinos defienden la
utilización de campanas que aíslen totalmente los aparatos, una
solución que desde Barcelona Glòries se descarta porque «no es
necesaria para cumplir con los niveles de ruido que marca la
ley».
Sorpresa por las mediciones de hoy
Por parte de
los afectados, el anuncio de que hoy se van a realizar nuevas
mediciones es acogido con sorpresa, y no se entiende que después de
tantas comprobaciones, las obras todavía no hayan empezado. Salvador
Vicent, vecino de la Gran Via y refugiado en su casa tras ventanas
de triple cristal, adopta una actitud, se diría, más estoica que
combativa: «Dudo mucho que para finales de febrero, si el proyecto
quiere hacerse bien, hayan acabado los trabajos».
Vicent,
escamado después de sucesivos retrasos, afirma resignado que se
daría por satisfecho si en «primavera, cuando la gente empieza a
vivir con las ventanas abiertas, se haya resuelto el problema». Si
ahora, dicen, el zumbido -de baja frecuencia y especialmente
molesto- se cuela por los balcones y ventanas, dentro de unos meses
puede ser insoportable. Tanto Mercè Casas como Salvador Vicent y
otros vecinos de la zona coinciden en que otro verano como el pasado
no podrían soportarlo.
En cualquier caso, y después de meses
de lucha, entre los vecinos se extiende una sensación de desengaño,
cuando no directamente enfado, hacia el centro comercial -cuya
propiedad es de la empresa Landscape- y el distrito de Sant Martí.
«Ni unos ni otros han puesto interés en solucionar el problema»,
comenta Vicent. «Ha sido una tomadura de pelo. Están acabando con
nuestra salud», añade Casas, quien recuerda la buena predisposición
y paciencia de unos vecinos que de principio descartaron métodos de
protesta más contundentes, como el de cortar calles.
Los
afectados han presentado una instancia al distrito para que se
convoque una reunión a tres bandas entre vecinos, centro comercial y
administración para que se aclara de forma definitiva qué va a
suceder. «Sería la única vez que desde el distrito se nos haya
comunicado algo de manera oficial. Nos hemos sentido del todo
abandonados», señala Casas. Próxima fecha, finales de
febrero.