Diario 'El Día' de La Plata
Opinión
Domingo 20 de Noviembre de 2005
 Deco   |   Dep. Infantil   |   Domingo   |   Joven   |   Moda   |   Pesca   |   Séptimo Día   |   Sociales 


 Secciones

 La Ciudad
 La Provincia
 El País
 El Mundo
 Economía
 Deportes
 Policiales
 Espectáculos
 Opinión
 Hace años...
 Volver a los titulares
Contaminación sonora, un problema en la Ciudad al que no se le pone freno

El problema de la contaminación sonora se mantiene como una de las amenazas cotidianas sobre la calidad de vida en la Ciudad. Desde esta columna se ha llamado la atención, en reiteradas oportunidades, sobre los perjuicios que causa en La Plata, en forma siempre creciente, el ruido característico de las grandes urbes.

Es un fenómeno que produce pérdida de audición, disminución de la capacidad de aprendizaje y hasta comportamientos antisociales. Existe un copioso sustento científico que avala esa evidencia, se reiteran años tras año las estadísticas y advertencias formuladas por entidades o especialistas y, sin embargo, no se percibe de parte de los organismos responsables ningún tipo de reacción.

Una de las últimas advertencias fue formulada -hace un tiempo- por profesionales del Colegio de Fonoaudiólogos de La Plata quienes señalaron que, además de todos los riesgos mencionados, el exceso de ruido puede generar adicción aumentando el daño. Un relevamiento efectuado por esa entidad había comprobado, además, que en nuestra ciudad un 20 por ciento de los jóvenes están afectados por este problema. El sonido emitido a volumen excesivo estimula una hormona que genera una sensación placentera y de aturdimiento que provoca que se quiera repetir la experiencia.

Se ha advertido, en este marco, que en locales frecuentados por chicos y adolescentes los ruidos superan los 90 decibeles. Esto se complica aún más porque socialmente el ruido está ligado a la alegría, a la euforia, por lo que lo transforma en más difícil de erradicar porque existe hoy una cultura del ruido.

La suma de factores que confluyen para crear un ambiente capaz de producir verdaderos traumas en el sistema auditivo de los pobladores se integra con múltiples elementos. Lamentablemente, el estilo de vida que se ha impuesto en nuestra época ha terminado por insensibilizar a la población, a esta altura acostumbrada a convivir con todo lo ruidoso. Esto se advierte especialmente en los jóvenes habituados a convivir, sea en sus hogares, en locales bailables o en espectáculos musicales, con niveles sonoros muy elevados.

Pero la población adulta, aún la que busque pasar momentos de tranquilidad, suele también terminar bombardeada por la estridencia de los vehículos que transitan sin ninguna limitación en sus escapes en la calle o los parlantes que emiten música a todo volumen en la vía pública.

Con los ruidos molestos ocurre como en el tránsito: reina el caos, son pocos los que cumplen con las normas, algunos hacen denuncias pertinentes pero todo sigue igual y aún empeora día a día.

El hecho concreto es que en el ámbito platense no se advierte que exista una acción decidida contra esta forma de contaminación. A todas luces se está ante un problema crítico que requiere no sólo de una reacción institucional -eficaz y ejecutiva-, sino de una actitud colectiva más solidaria, susceptible de acompañar los programas que deban ponerse en práctica.

Desde la molestia a la hipoacusia, pasando por el dolor y la fatiga, el ruido se ha convertido en un enemigo público, y defenderse del mismo es ejercer nada más y nada menos que un derecho. Que tiene la contrapartida de un deber a cargo de la autoridad pública pertinente y de cada uno de los vecinos, a fin de crear las condiciones de convivencia más favorables para la preservación de la salud, de la tranquilidad y del estado de ánimo propicio que hoy exige la ardua lucha cotidiana.

Volver a los titulares     Volver a la sección     Volver al comienzo de la noticia
©2005 Diario El Día - La Plata, Buenos Aires, Argentina