Diario 'El Día' de La Plata
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Lunes 31 de Mayo de 2004


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Necesidad de controlar la contaminación sonora

El ruido cuando supera los límites aconsejables, puede ser causa de severas afecciones. Se ha advertido desde el Colegio de Fonoaudiólogos sobre el riesgo de los jóvenes que se someten en discotecas, recitales e individualmente a través del walkman a la música en niveles de volumen en los que deja precisamente de ser música, para transformarse en ruido. En una nota publicada ayer en este diario se informa que la contaminación sonora en La Plata aumentó considerablemente convirtiéndose en un factor peligroso para la salud.

La Plata es una ciudad en donde abundan los escapes libres en las motos, en donde los automovilistas tocan bocina, en donde las obras no respetan horarios de descanso y en donde muchos carteles electrónicos no detienen su zumbido. La ciudad, con estos condimentos, aumentó la polución sonora. Hace 20 años el nivel acústico del casco fundacional llegaba a los 50 decibeles. Hoy es de 70 y si supera la barrera de los 90, además de molesto causará daño.

Según el Colegio de Fonoaudiólogos, el excesivo nivel de ruido al que están sometidos los platenses puede costar un alto precio a la salud. Si al caos tradicional que generan los autos se le suman los ruidos típicos de cualquier ciudad, esto aumenta notablemente las posibilidades de sufrir trastornos como la disminución de la capacidad de aprendizaje, la lógica pérdida de audición y hasta cierto estímulo a los comportamientos antisociales.

Según apuntan los especialistas, estas conductas en combinación con la exposición al ruido persistente aumentan en forma considerable las chances de padecer la pérdida auditiva, además de alteraciones del sueño, cefaleas e irritabilidad. Otras consecuencias previsibles ante la exposición prolongada a un nivel acústico de 70 o más decibeles, son la falta de concentración, taquicardias y úlceras. Para los especialistas, el trauma acústico es individual y depende del tiempo de exposición de los valores que dañan el oído.

Es necesario entonces que los organismos de control actúen imponiendo el cumplimiento de las normas vigentes y que cese el riesgo que padecen los platenses expuestos al ruido en niveles dañinos. Y el control debe incluir aquellas manifestaciones juveniles en donde el ruido impera con picos que superan los 90 decibeles.

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