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PANORAMA AGRARIO Leer más    
17 de Diciembre de 2004


Contaminación acústica




El ruido es estresante y reduce la concentración, la productividad y el bienestar. Además, dificulta la comunicación y el aprendizaje y, en el peor de los casos, puede provocar la pérdida de audición e incluso problemas cardíacos relacionados con el estrés. Según la Organización Mundial de la Salud, los problemas auditivos causados por el ruido son el riesgo más habitual e irreversible, y se estima que 120 millones de personas de todo el mundo tienen problemas de audición que les discapacitan. Hay que subrayar que con tan sólo 30 decibelios de ruido ya pueden dificultar el sueño, cifra fácilmente superable en bares, discotecas o en el tráfico urbano. Puesto que el nivel de presión sonora del habla normal es de aproximadamente 50 decibelios, los ruidos con niveles sonoros de 35 decibelios o más interfieren en el entendimiento del habla en habitaciones o lugares pequeños. En el caso de los grupos vulnerables, son necesarios niveles sonoros de fondo incluso inferiores para un adecuado entendimiento del habla.

La incapacidad de comprender el habla tiene como resultado un gran número de perjuicios personales y de cambios de comportamiento. Son especialmente vulnerables las personas con problemas auditivos, los ancianos, los niños en proceso de desarrollo del lenguaje y que están aprendiendo a leer, y los individuos que no están familiarizados con el lenguaje hablado. El uso muy extendido de materiales de construcción con un alto poder de reflexión del ruido en la arquitectura moderna está provocando cada vez más problemas relacionados con el ruido en el interior de los edificios. Diversos materiales, como la lana de roca, se utilizan para reducir el ruido procedente de máquinas o de las actividades de las personas, y proporcionan unas condiciones en los espacios que permiten una conversación normal.

En el interior de los edificios, la media máxima recomendada de ruido de fondo es de 35 decibelios, sin embargo, en la práctica muchos inquilinos sufren niveles de ruido muy superiores. En algunos lugares de trabajo, ni siquiera se respeta el límite máximo de exposición al ruido en el ámbito laboral, que es de entre 80 y 85 decibelios. La realidad es que en muchos jardines de infancia, locales públicos, bares y discotecas el nivel de absorción del ruido de los materiales es muy bajo, con los problemas que ello conlleva.



Álvaro FRANCO OLIVÁN
  
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